Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


jueves, 18 de enero de 2018

Pucaranra... la montaña roja de la Cordillera Blanca II

Era grande... y nos vimos la mirada.

Nos sobrevuela el rey de la cordillera... majestuoso y "casi" inmortal. El único visitante de la quebrada, así será durante días y días... sumarán semanas.
Entra alto por el collado que divide el Pucaranra y el Jatunmontepunku -un cinco mil cuatrocientos que se nos antoja pedregoso-... Y nos muestra, siempre, un vuelo alto y poderoso: desciende veloz hacia "nuestra" quebrada Cojup y se pierde, al fondo, entre vaivenes a izquierda y derecha... como un surfista que aprovechara laderas para "entubarse" en olas de viento.

... ¡allí está, entornad los ojos!...

Parece alcanzar el Nevado Churup, abajo al fondo de la quebrada, y entonces se monta en alguna corriente que lo despide hacia el Ranrapalca ¡joder, qué vuelo!

Solo recuerdo, un día, ver y sentir cerca su poderoso planeo. Una tarde calurosa que asolaba el campo base a los pies del caos de cantos bajo la laguna Palcacocha. Salí de la tienda con esa laxitud que deja legañas y boca pastosa y ¡zas! levanté la vista... por aquello de oír su viento; allí estaba, contra un cielo azulón que más hacía brillar glaciares blancos.
Desplegaba una envergadura que mandaba buena sombra sobre el suelo... Recuerdo sus ojos, la cresta roja oscura y un collar blanquecino, el poderoso pico... y las plumas sueltas, al exterior de las alas, como dedos de una mano que gobernaran la nave.

Esa mañana, nuestro querido Agripino, sacrificó un cordero que acompañaría patatas y zanahorias... durante días y días.


Y allí estaba, en el campo base... secándose al sol, la tentación del cóndor... el rey de la cordillera.

... la tentación del cóndor...

Desde que burros, arrieros y alpinistas en ciernes, hicieran el trabajo de soltar la carga, todo nos parece poco: una botella de gas butano (grande), una tienda ¡por decir algo!, dos toldos y cuatro mochilas de loneta con ropa, material de escalada y comida de la tierra: patatas, tocino, huesos frescos y otros dudosos, legumbres, pasta "sin identificar", latas de conserva (sin información de contenido o fecha alguna), galletas (o algo así), fruta verde ¡a ver si aguanta!... Y, claro está, nuestros tubos de leche condensada "La Lechera", sobres de sopa "Gallina Blanca", pilas de petaca "Cegasa" y grasa "Ouraline" para las botas de cuero... esto último gracias a las marcas que, gentilmente, nos suministraron sus productos en Madrid.

*En cuanto al material de escalada... lo de siempre:
Una cuerda de 60 metros y 9 mm.
Dos piolet y dos maza/piolet.
Crampones de correas.
Ocho tornillos "sacacorchos" y alguno más "troncocónico".
Cuatro clavos de roca.
Un par de estacas de nieve.
Media docena de anillos y el doble de mosquetones.
Descensor en "ocho"... ése "delgadito" de acero.
Casco y arnés (Cassin y Troll Whillans)
Linterna frontal (Petzl ¡la naranja!)

... material "duro" durante la escalada...

*Para dormir ¿he dicho dormir?:
Una tienda "moderna" para campo de altura (Altus).
Sacos de duvet (Pedro Gómez y RocNeige) y fundas de vivaque (unas de seda -paracaídas reciclado- y otras de un nailon gastado).
Esterillas clásicas Icolen.

*Para calentar:
Un infiernillo (Camping gas)... de esos con "medio cartucho" a pinchar y cacerola incluida.

*Para vestir, de pies a cabeza:
Botas dobles de cuero (Galibier Makalu).
Medias (La Artesana).
Ropa interior Damart (thermodactyl).
Bávaros "laster".
Camisa de franela, a cuadros... por supuesto.
Chaqueta de loneta (Pedro Gómez) ¡la "Perica"!.
Jersey de lana... bonito y elegante.
Plumífero gordito... bien parcheado, reservado para campo base y vivaques "a pelo".

Y un "descampao" al que limpiamos de cantos, entre pedreras y pasto duro. Todo a los pies de la cordillera.



Durante días y semanas, éste será nuestro hogar, el lugar donde soñaremos soñar que soñamos un sueño difícil de soñar. El lugar donde nos alcanzarán soles y nieves... más solos que, según reza el refrán, la una.

Será como habitar una pradera de aquellas cercanas a casa... un "campamento de los de antes" en algún lugar de Gredos, Pirineos o Alpes, eso sí, cuando todo era diferente.



Toca reconocer el lugar, del que no tenemos información bastante. Toca investigar donde acaban las pisadas del ganado y esos senderos, poco definidos, del resto de animales que nos rodean.
Serán días en los que, tan pronto, giramos a izquierda como derecha... saltamos arroyos lentos y otros, más altos, furiosos. Escalamos morrenas inestables y descubrimos las últimas nieves sucias de glaciares que mueren en pedreras trituradas.


A un lado nos vigila el Ranrapalca... al frente el Palcaraju... y al otro el Pucaranra.

Vivaqueamos a uno y otro lado de la quebrada, buscando con la mirada caminos a recorrer... Entretanto nos nieva en el campo base, con ganas y a menudo.
Aprovechamos cualquier día azulón para seguir la búsqueda... siempre mirando un raído mapa que nos indica cumbres, valles y poco más.

Tenderete para "material duro" junto a la tienda del Campo Base

No quedó cuestarrón sin recorrer.
Tan pronto nos acercábamos al Ranrapalca y se montaba la tienda... como se desmontaba, al día siguiente, y subíamos hasta los últimos pastos donde se estrellaban las morrenas del Pucaranra, a vivaquear... como perrillos sin dueño.

... unas veces con tienda...

... buenas vistas sobre el Ranrapalca...

Trípode, cámara y teleobjetivo, cumplían la misión de espionaje para adivinar líneas, desde la distancia.
Esto nos ofreció la oportunidad de observar nuestra ruta y memorizar la posible línea de escalada... incluyendo el sector de salida ¡por fin a salvo de los enormes seracs!


... zona cimera del Pucaranra...

De nuestro objetivo principal, el Pucaranra (6.147 m.) solo pudimos averiguar que, por la vertiente de la quebrada Cojup, la pared Oeste no tenía ruta alguna. Teníamos conocimiento de la ruta inaugurada por Nicolás Jaeger, en solitario (arista NO). Esto ocurrió allá por 1977, durante una impresionante campaña por la Cordillera Blanca, dirigida por Jaeger, con un potente grupo de alpinistas franceses y americanos, en la que abrieron una buena cantidad de vías -entre ellas también se encontraba la Sur del Chacraraju, ruta que "los chicos del Maliciosa"  habíamos repetido en 1978-.

Años más tarde nos enteramos que en 1975, M. Cohen y T. Parlane, inauguraron ésa vertiente Oeste del Pucaranra, aunque nunca pudimos contrastar la línea seguida por ellos.


Una cálida mañana de un día despejado, recibimos la única visita humana, cosa que nos alegró el alma porque ya estábamos a punto de asilvestrarnos.

Dos alpinistas, cargados con enormes mochilas, nos saludaron a voces ya desde cierta distancia.
Como buenos anfitriones, cursamos invitación a comer y charlamos en inglés gestual... comunicación internacional en la que los españolitos somos los reyes; lo cierto es que estos dos también dominaban el asunto.
Uno de ellos, con el que mantuve durante unos años contacto, se llamaba Stéphane Schaffter; guía suizo con un magnífico historial alpino.

Dimos por terminada la sobremesa a eso de la media tarde y, nuestros invitados, volvieron a echarse a la espalda las mochilas que cargarían durante los siguientes días; su objetivo era la pared Oeste del Palcaraju... una magnífica pirámide, de un blanco impoluto.

... Palcaraju (6.274 m.)...

El amigo Sevi Bohórquez -si necesitáis saber sobre los Andes ¡Sevi lo sabe!-, me manda una nota de aquella escalada:

"Schaffter y Baehler, desde la quebrada Cojup, el 13 de agosto de 1980 escalaron la cara O del Palcaraju y se retiraron a menos de 80 metros de la cima por malas condiciones del hielo"

Así lo recuerdo yo también cuando seguíamos, desde el campo base, su esfuerzo por atravesar hacia la arista de nieve.
Sobre éste tema de primeras ascensiones "sin cumbre" sugiero echar un vistazo al blog de Sevi... un caudal de info.

Stéphane nos dejó un día de julio del 2015, en el transcurso de una expedición por el Himalaya de Zanskar.


¡Ah! Casi se me olvida, aquí tenéis un "proyecto" -así lo llamábamos en aquellos años- que ya nos costaba un dinerito y servía para conseguir mercaderías de las empresas que querían colaborar... Pocas pero entusiastas, las cosas como son.




Y por fin, un día, decidimos que había llegado la hora de la verdad, que ya "nos pertenecía" el lugar y que nuestro objetivo, a pesar de los enormes seracs que, como espada de Damocles, pendían de la pared -nunca hubo un solo derrumbe ¡aunque esto no es garantía!, pero gusta pensarlo- se hacía necesario investigar el glaciar del Pucaranra, un verdadero caos de hielo, grietas y sorpresas.

Luego, habría que escalar...

... glaciar...


... capítulo anterior.

                                                                                                                                              Continuará...

2 comentarios:

  1. Excelente como siempre Carlos. Esperando el siguiente capítulo.
    Saludos

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    Respuestas
    1. Gracias, Diego... Un placer verte por aquí.
      Saludos cordiales.

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